El 11 de diciembre de 1948, la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 194, que estableció el derecho al retorno para los refugiados palestinos que habían sido expulsados de sus hogares durante la Nakba, en 1948, como resultado de la creación del Estado de Israel. Esta resolución reconoció, por primera vez en el marco legal internacional, el derecho inalienable de los palestinos a regresar a sus hogares y propiedades de donde fueron forzosamente desplazados.
Sin embargo, más de 75 años después, este derecho sigue siendo negado sistemáticamente, y la comunidad internacional ha fracasado en garantizar su cumplimiento. Mientras tanto, más de 6 millones de refugiados palestinos siguen viviendo en campamentos y diáspora, con la esperanza de regresar a sus tierras, pero la ocupación y la limpieza étnica continúan.
El contexto de la Nakba y la fundación de Israel como una sede del imperialismo británico y luego estadounidense es esencial para entender la raíz de este conflicto. Israel se construyó con el objetivo de obstruir la existencia de una comunidad política palestina, y el derecho al retorno ha sido una de las principales demandas de los palestinos desde entonces. Como señala el historiador Ilán Pappé, el sionismo es una ideología colonialista que tiene como premisa la necesidad de una limpieza étnica para asegurar la existencia de Israel.
En lugar de ver la cuestión palestina como un problema aislado, debemos entenderla en su contexto histórico y político: la reconstrucción de las condiciones para una comunidad política palestina. Esto implica no solo la restitución del derecho al retorno, sino también el reconocimiento de Palestina como un pueblo libre con el derecho a su autodeterminación, a la justicia y a la descolonización.
A pesar de las dificultades impuestas por el régimen de apartheid israelí y su falta de compromiso con las resoluciones internacionales, el pueblo palestino sigue firme en su lucha. El derecho al retorno no es una simple demanda histórica, es una cuestión de justicia que sigue viva, una promesa incumplida que jamás será olvidada.
Hoy, más que nunca, el derecho al retorno es una exigencia global. Un pueblo que ha sido desplazado durante más de siete décadas, que ha resistido la ocupación y las violaciones de derechos humanos, y que no dejará de luchar hasta ver cumplido su derecho inalienable de regresar a su hogar.