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La complicidad de los medios hegemónicos chilenos con el genocidio en Palestina

El pasado sábado 06 de junio, las fuerzas de ocupación israelíes bombardearon una vez más una escuela de la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). El ataque dejó al menos 16 muertos y 75 heridos, todos refugiados que buscaban protección en uno de los pocos lugares que creían seguros: la escuela de Al-Jaouni, en el campo de refugiados de Nuseirat. Entre los escombros, los cuerpos de niños, mujeres y ancianos volvieron a mezclarse con los restos de sus pertenencias y esperanzas.
Aunque este nuevo episodio de barbarie sionista ha sido cubierto en profundidad por la mayoría de los medios internacionales, la prensa hegemónica chilena ha vuelto a dedicarle una cobertura apenas “informativa”, en la acostumbrada parrilla de desastres climáticos, polémicas de campañas políticas, excentricidades de Hollywood y nacimientos de osos pandas en cautiverio con que los espacios televisivos de nuestro país vienen desde hace ya varios meses intentando tapar el sol de muerte que arde en Palestina.


Este silencio no es inocente. Y nos obliga a cuestionar la responsabilidad profesional de los segmentos de análisis internacional de los canales chilenos. ¿Qué intereses se ocultan tras estas “prioridades” y “omisiones”?


Esta falta de cobertura tiene consecuencias directas en la forma en que las personas en Chile perciben la situación en Palestina. Sin una información precisa y continua, se pierde la capacidad de empatía y de acción. La narrativa oficial, que muchas veces favorece la versión israelí de los hechos, perpetúa estereotipos y prejuicios, mientras se ignoran las voces y las experiencias de los palestinos. Esta manipulación informativa contribuye a la deshumanización de un pueblo que lucha por su supervivencia y dignidad. Frente a una de las crisis humanitarias más grandes de nuestro tiempo, este acto de omisión informativa es, en sí misma, una forma de complicidad con las atrocidades que el régimen de Tel Aviv está perpetrando en Gaza y Cisjordania.


Mientras ya casi 160 periodistas palestinos han dado la vida en estos nueve meses para romper el cerco informativo de Israel (que no autoriza el ingreso de prensa extranjera a Gaza), los medios chilenos vuelven a callar, distraer o, derechamente, censurar la información que puede ayudar a salvar vidas, en una línea editorial que se asemeja mucho a la que la mayoría de ellos mantuvo en dictadura.


Por todo ello, es imperativo que la sociedad civil exija una mayor responsabilidad a nuestros medios de comunicación. Necesitamos un periodismo valiente que no tenga miedo de confrontar las realidades incómodas y que cumpla con su deber de informar verazmente. Solo así podremos tener una sociedad más consciente y comprometida con la justicia y los derechos humanos. La invisibilización del genocidio palestino por parte de los medios hegemónicos chilenos no es sólo una traición a los principios fundamentales del periodismo, sino también a la humanidad misma.