Hoy, 18 de julio, en su natalicio, celebramos el Día Internacional de Nelson Mandela.Abogado, activista por los derechos de la población negra, preso político y Presidente de Sudáfrica, Nelson Rolihlahla Mandela, cariñosamente llamado “Madiba”, consagró su vida a la lucha por la justicia social y el fin del apartheid en Sudáfrica.
En 1944, entró en política al partido Congreso Nacional Africano (CNA). A partir de 1948, vivió bajo el régimen de apartheid y, como activista, enarboló la bandera de la no-violencia como forma de protesta contra la segregación racial. Sin embargo, en 1960, tras la masacre de Shaperville que dejó 250 muertos que protestaban contra el apartheid, Madiba dejó de lado la premisa de la no-violencia y comenzó a propugnar actos de sabotaje contra el gobierno, apostando por la violencia “no como fin sino como estrategia”, “porque la vía pacífica no daba resultados”.
En 1962, pasó a la clandestinidad y viajó por África buscando apoyo militar y financiero para la formación del brazo armado del CNA, recibiendo entrenamiento de manos de guerrilleros argelinos. Y en 1964, fue condenado a cadena perpetua, acusado de sabotaje, traición y conspiración.Pasó 27 años en prisión y fue liberado en 1990, cuando el régimen de apartheid ya estaba en sus últimos estertores.
En 1993, recibió el Premio Nobel de la Paz y, en 1994, fue elegido presidente de Sudáfrica, siendo el primer presidente negro del país y poniendo fin a tres siglos de colonización europea.
Sólo entonces, cuando sus enemigos ya estaban aislados y derrotados gracias a su lucha, a la de su gente y al boicot internacional -y desde una situación de ventaja moral reconocida mundialmente-, optó por la reconciliación, pero con una Comisión para la Verdad y la Reconciliación que ofreció reparación y memoria.
Mandela consiguió la legitimación de su lucha, a pesar de haber estado en la lista de terroristas de EEUU hasta 2008.Pasó de terrorista a héroe, logró dar vuelta el discurso hegemónico y poner al mundo de su lado, habiéndolo tenido en contra.Sin embargo, mientras podemos criticar el apartheid en Sudáfrica, el silencio frente al apartheid que sufre el pueblo palestino, es ensordecedor.