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Gaza: el Holocausto en tiempo real ¿Es el genocidio del pueblo palestino peor que el Holocausto nazi?

La pregunta incomoda. Choca con lo establecido. Pero también abre una puerta urgente: la necesidad de nombrar lo innombrable y de denunciar lo que el mundo presencia y permite a plena vista.

Sí, hay razones fundadas para afirmar que el exterminio en Gaza presenta características que lo vuelven aún más atroces en su dimensión contemporánea. No por una competencia de víctimas. No para relativizar los horrores del pasado. Sino para entender que, hoy, el horror continúa bajo nuevas formas y con el aval de quienes prometieron “Nunca más”.

1. Genocidio televisado: el espectáculo del crimen

A diferencia del Holocausto nazi, que fue ejecutado en secreto, negado y recién expuesto al final de la guerra, el genocidio palestino ocurre a la luz del día. Gaza es bombardeada en directo. La muerte de niños por hambre y ataques aéreos se transmite por redes sociales, noticieros y plataformas digitales. No hay cámaras ocultas ni informes filtrados. Hay imágenes claras, disponibles para todos, acompañadas de una indiferencia global sin precedentes.

2. Una masacre prolongada, generacional, sistemática

Lo que ocurre en Palestina no es una ráfaga de violencia. Es un proceso continuo, lento y reiterado. Setenta y siete años de desplazamientos, asedios, ocupación, encarcelamiento y deshumanización. Gaza no es solo una tragedia. Es un laboratorio de violencia colonial sostenida. El genocidio aquí no se mide por minutos, sino por décadas. Y lo más brutal: sigue en curso.

3. Los perpetradores como víctimas: la inversión de la memoria

Uno de los aspectos más perversos del genocidio en Gaza es la manipulación de la historia. El Estado de Israel instrumentaliza la memoria del Holocausto para justificar sus crímenes. Utiliza el sufrimiento judío del siglo XX como escudo para ejecutar el exterminio palestino en el siglo XXI. La víctima se convierte en victimario mientras exige inmunidad moral. Es una forma de violencia simbólica que borra la muerte palestina y monopoliza el duelo global.

4. Financiamiento, protección y aplausos del poder global

El régimen nazi encontró resistencias, incluso dentro del bloque aliado. El régimen sionista, en cambio, es financiado y armado por Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias que se autoproclaman defensoras de los derechos humanos. No solo lo toleran: lo protegen, bloquean investigaciones y celebran acuerdos comerciales mientras Gaza muere. El aparato internacional de justicia ha quedado reducido a una farsa.¿Cuánto más necesita el mundo para reaccionar?

Después del “Nunca más”, está ocurriendo de nuevo. La misma lógica de exterminio. Pero con una agravante: ahora lo vemos todo y aún así no hacemos nada.

Comparar genocidios no tiene sentido si el objetivo es jerarquizar el horror. Pero sí lo tiene cuando se denuncia el uso político de la memoria. La narrativa dominante convierte la historia en excepción, y la excepción en justificación. Se contabilizan porcentajes de víctimas para demostrar qué masacre es “peor”. Se hace matemática del dolor. Pero el genocidio no se mide con cifras. Se mide por el sistema que lo ejecuta, la intención que lo guía y la impunidad que lo sostiene.Gaza está siendo deliberadamente exterminada de hambre, en tiempo real.

No se trata de borrar la historia. Se trata de impedir que se repita. Pero para eso, hay que dejar de callar. Y de medir las muertes con reglas que solo protegen a los poderosos.

Porque si el dolor tiene dueño, la justicia también. Y en ese mundo, el genocidio se repite, con nuevas víctimas, nuevos verdugos y los mismos cómplices de siempre.